La fuente de vitamina D más efectiva la conseguimos en los alimentos. Los productos más ricos en este nutriente son el pescado azul (el salmón, la sardina, la caballa o el arenques). Podemos comprar pescado fresco o utilizar conservas de atún o anchoas como alternativa para nuestros menús. El aceite de hígado de bacalao es una fuente concentrada, con tomar una cucharada al día tendrás la dosis diaria necesaria.
Además del pescado, existen otros alimentos ricos en vitamina D que podemos añadir a nuestra dieta, como el aguacate, los champiñones, las carnes magras, distintas verduras y los lácteos. Por tanto, una de las mejores opciones es crear una dieta equilibrada en la que contemos con 3 o 4 raciones de pescado a la semana, yogures, quesos y mucha fruta y verdura.